Los cambios climáticos y sociales son una presión cada vez mayor para los gobiernos, empresas y comunidades y han movido a la acción a ciudades y autoridades públicas.
La reciente pandemia de la COVID-19 creó una conciencia colectiva sobre el hecho de que estamos mundialmente conectados y de que las actividades en un solo lugar pueden afectar la vida del resto del mundo. Las ciudades y autoridades públicas tendrán que gestionar crisis inesperadas, además de la presión demográfica y el cambio climático, que tienen un gran impacto sobre el comportamiento social.
Para afrontar estos retos, los responsables de las políticas públicas, los organismos ejecutivo-administrativos y los contratistas públicos necesitan nuevas soluciones tecnológicas que les permitan un conocimiento profundo de las situaciones actuales para garantizar un futuro sostenible para los ciudadanos y las generaciones futuras.
El resultado es que ahora se espera de los responsables de las políticas públicas, los organismos ejecutivo-administrativos y los contratistas públicos:
Elaborar planes de gestión de las crisis antes de que se produzcan y reducir así la gravedad de sus consecuencias.
Responder a los riesgos con capacidad para tomar decisiones bien fundadas y aplicando las mejores prácticas.
Tomar medidas, informar y actuar en pro de la seguridad de la comunidad.
Aprovechar los datos existentes para la planificación a largo plazo.
Las instituciones públicas generan y acumulan cantidades ingentes de datos, pero son muy pocos los que están bien estructurados y pueden aprovecharse para mejorar la acción pública.
Para prosperar en un futuro incierto:
Modernice los modelos operativos públicos para dar un mejor servicio a los ciudadanos, mejorar el entorno de trabajo de los empleados públicos y optimizar el gasto público.
Acelere la innovación y garantice un futuro resiliente y sostenible para sus ciudadanos.