Introducción a los procesos de acabado

Los procesos de acabado tienen como objetivo alterar la superficie de una pieza fabricada para conseguir una característica determinada. Entre las características deseadas más comunes se encuentran la mejora de la estética, la adhesión, la soldabilidad, la resistencia química, a la corrosión, al deslustre o al desgaste, la dureza, la conductividad eléctrica, la eliminación de defectos y el control de la fricción superficial. En casos limitados, estas técnicas pueden aplicarse para restaurar las dimensiones originales o para salvar o reparar una pieza.

Hay dos categorías principales de procesos de acabado y dependen en gran medida de cómo afectan a una pieza. Estos procesos son el acabado de eliminación/reformado o el acabado de adición/alteración. Los procesos de eliminación/reformado sirven principalmente para alterar la superficie de una pieza para conseguir el acabado deseado, eliminando o reformando la misma. Por ejemplo, algunos usuarios desean una superficie más pulida, remodelada, alisada o abrasiva, o un exterior estéticamente mejorado. Se utiliza una amplia variedad de procesos, pero entre los más comunes están el chorreado abrasivo y de arena, la ablación y el grabado por láser, el pulido y el superacabado.

Del mismo modo, los procesos de adición/alteración sirven para alterar la superficie de una pieza, pero en lugar de eliminarla o remodelarla, se añade una capa de un material deseado para conseguir las propiedades deseadas que de otro modo faltarían. Existen numerosos procesos posibles para añadir/alterar la superficie de una pieza, pero entre los más comunes están el anodizado, el teñido, la galvanoplastia, el chapado químico, el revestimiento en polvo y la pulverización.

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